“Este es un libro breve sobre un tema amplio.” asi comienza Reglas: una breve historia de lo que vivimos, por Lorena Dalston. Disfruté leyéndolo sin sentir que entendía de qué se trataba, y la amplitud del tema podría ser la explicación, o el hecho de que se trata de una serie de conferencias en su origen. Los capítulos funcionan aproximadamente cronológicamente desde el mundo antiguo hasta hoy, explorando diferentes aspectos de las reglas: reglas versus discreción, reglas como regulaciones, reglas del arte, reglas como leyes o normas, reglas como algoritmos. El libro está repleto de pepitas históricas de información, del tipo que disfruto mucho. Por otro lado, no hay arco narrativo. Es una pintura puntillista de un libro a una distancia focal que no revela el panorama common.
Quizás esto sea un poco injusto. Hay algunas conclusiones de nivel medio. Las reglas “delgadas”, como los algoritmos de rutina o la regulación del tráfico, funcionan bien en contextos estables y requieren una gran cantidad de infraestructura preexistente, ya sea datos de capacitación o inversión en semáforos y cámaras. Las reglas ‘gruesas’ son necesarias para situaciones que requieren flexibilidad y juicio, y tienden a tener excepciones para probarlas. “La baja tolerancia a la discreción indica una desconfianza desenfrenada en la sociedad”, escribe. O gobiernos que no confían en sus ciudadanos, y por eso aplican un rigor mezquino, oa veces ciudadanos que no confían en la autoridad.
A veces, las reglas explícitas necesitan reglas implícitas para respaldarlas y hacerlas cumplir; el very best de suficiente estabilidad y previsibilidad para prescindir de lo implícito es quizás un interludio modernista. ¿Pero la conclusión last del libro? “En tiempos anormales, cuando somos arrojados a la brecha sin un libro de reglas, una vez más nos damos cuenta de que no hay reglas que nos ayuden a razonar sobre las reglas”.